La audacia

Los humanos en general, van por la vida asombrándose de todo lo que no les gusta como si no fueran ellos, la causa que genera el caos, por ejemplo; la corrupción...en mi país, como en muchos de Latinoamérica, la corrupción es un tema que antes de ser combatido, se normalizó a niveles peligrosos y la gente que se queja de ella, suenan así: 

Los corruptos son ellos, los otros, los políticos, los gobernantes, no soy yo cuando manejo sin conocer el reglamento de tránsito, o cuando no uso las direccionales, ni respeto los límites de velocidad; tampoco soy yo, cuando invado los carriles confinados o los pasos peatonales, cuando hago doble fila para evitar pagar estacionamiento, mientras recojo a mis hijos de la escuela o de cualquier otra actividad, total, son unos minutos, tampoco soy yo, cuando no respeto los lugares designados para discapacitados; son ellos, los que van dando discursos para conseguir votos pero no soy yo, cuando miento, cuando engaño a mi pareja, a mis amigos, a mi empleador; son ellos, los políticos que hoy pertenecen a un partido y mañana a otro, pero no soy yo, que no soy leal a nadie, que cambio mis creencias según me convenga; son ellos que reciben dinero del erario público, pero no soy yo, que tengo un "diablito" para evitar pagar la luz, que compro programas piratas para hackear el wi-fi de mi vecino, que evado impuesto, tampoco yo cuando robo fruta del súper, ni yo cuando cobro de más por un servicio que presto, o cuando busco cualquier estrategia para pagar menos por lo que sea, pero exijo que me paguen más salario por trabajar menos, son los otros, ellos, los que nos "explotan" pero no soy yo, que busco la forma de pagar con tal de evitar un trámite, una fila.

Los corruptos son ellos, los que ocasionan que el país se empobrezca, los gobernantes que no saben gobernar, que no tienen carrera, no soy yo, que miento en mi currículo, que pagué por las respuestas de un examen, que plagié un trabajo en la universidad; son los políticos los corruptos, los que hacen tratos con el narco, no soy yo, que consumo drogas para relajarme, ni yo que convencí con un módico pago, a un médico para que me diera una receta con  mariguana por mi supuesta ansiedad.

Son ellos, los otros, los responsables de tanta corrupción, porque no soy yo, no podría ser yo, que nunca me responsabilizo de mis actos, que culpo a cualquier otro antes que a mí de lo mal que está mi vida, son ellos, no yo.

Y así, con ese nivel de audacia, resulta que si son ustedes, los nefastos en el día a día, en lo pequeño, los responsables de tener el país que tenemos; son ustedes, la putrefacta mayoría, los que nos dieron el gobierno que se merecen, el gobierno que es igual de corrupto que ustedes.

Sin sentido ¿?

Últimamente he estado pensando mucho sobre el sentido de la vida, en particular de la mía pero también en general, si hay algo que dé sentido a transitar por este momento o si por el contrario, somos parte de un sueño fumado de alguien mucho más grande e importante que toda la humanidad junta.

Si, ya sé, a esto tal vez, se le conozca como crisis de los 40 (y tantos) también entiendo que puede ser pasajero pero mientras...¿se han preguntado cuál es el sentido de la vida si el destino final de todos es morir?

Si, ya sé que muchos dirán que la razón es "vivir al máximo y disfrutar la vida" y para ser muy honesta, esa respuesta es tan simplista como intangible...vivir al máximo ¿haciendo qué? ¿teniendo cosas? ¿hijos? ¿relaciones emocionales? y luego ¿qué? todo eso perece, se acaba, cambia o se transforma en el mejor escenario.

Después, inevitablemente, la muerte, el olvido...y ahí es donde pierde el sentido para mí...vamos gastando vida en acumular cosas o si ya encontramos algo de profundidad en nuestro actuar, acumulamos experiencias, conocimiento, contacto con otros...pero nada de eso, NADA, permanecerá...cualquiera de nosotros podría morir mañana y realmente no cambiaría nada, el mundo seguiría su camino...así de intrascendente es nuestra existencia...así de insignificante.

Probablemente algunos ya se hayan percatado de esta realidad, que no es mía, sólo es...la mayoría tal vez, siga viviendo (muy válidamente) bajo la fantasía de que lo que hacemos aquí, tiene algo de relevancia...lo cierto es que saber (conscientemente) que nuestra existencia es del todo irrelevante, puede ser abrumador...o muy aleccionador (cuestión de enfoques) en ambos casos, deja claro que si nada importa, si nuestro destino inevitable es la muerte (de distintas formas y en distintos momentos) entonces nada es tan grave, nadie es tan importante, las metas que buscamos conseguir, no deben quitarnos el sueño...más tarde que temprano, perderemos la vida y en ese momento, nada que hayamos obtenido, logrado, acumulado o generado, se irá con nosotros así que nada es importante...ni siquiera nosotros.

Para ti, que si lo lees, sabes quién eres

Han pasado varios meses desde que escribí por última vez...conscientemente decidí no hacerlo porque era demasiado lo que estaba atendiendo...la ruptura, el final de mi guerra interna, las decisiones que tuve que tomar para construir un cambio de trabajo, la terapia que en la última fase es más difícil de lo que creí...en fin, que para mí la escritura es mi primer lenguaje, poner algo en letras lo hace real, incluso más que hablar...y es por eso que no quería hacerlo.

Sin embargo, la necesidad de escribir es algo que ni siquiera en mis momentos más oscuros he podido dejar...y aquí estoy, escribiéndote aunque desconozco si me leerás...irte en el momento en que lo hiciste, fue lo mejor que pudo pasarme, de hecho, si no te hubieras ido, estaría más enamorada de ti, una persona que no tiene idea de cómo resolver, que los últimos 20 años jugó a tener un "amor" trascendental por mí...decías que era tu alma gemela...muchos años también lo creí...lo cierto es que sólo eres el resultado de tu particular contexto familiar; ahora entiendo que para ti, desaparecer, es tan natural como respirar, lo has aprendido bien de tu figura paterna y no has tenido (o querido tener) los recursos para evolucionar y eso se notó...mi subconsciente lo notaba cada vez que estábamos juntos y simplemente no me sentía segura, tranquila...siempre había algo que me parecía que no terminaba de cuajar...al final, entendí que esa sensación era yo (mi profundo yo) diciéndome que no era ahí...mi responsabilidad es no haber sido más cuidadosa, más atenta a lo que mi instinto me decía...mi ventaja sobre ti es que yo hice lo mejor, lo más honesto para poder construir una relación contigo y no me arrepiento, me gustó verme tan comprometida, tan entregada, tan absolutamente valiente al enamorarme de ti.

Necesité varios meses, el acompañamiento de mi terapeuta, la confiable sabiduría de mi mejor amiga y un viaje para superar el duelo que siguió a tu ausencia, no fue fácil y dolió porque a diferencia de ti, cuando yo dije te amo, lo dije honestamente y nunca es sencillo recoger los pedazos que genera una relación fallida...menos esta que al parecer, empezó siendo adolescentes, terminó siendo adolescentes y nos llevó 25 años dejar ir...y eso hice, porque esta vez, no quiero que regreses, no quiero escuchar las razones que te llevaron a actuar como lo hiciste, sólo quiero que te quedes ahí, donde siempre has pertenecido: en mi pasado...gracias por los buenos momentos (tuviste varios) pero por favor, nunca vuelvas.

La guerra terminó

 Podría decir que empezó cuando perdí a Maya, también podría tener su inicio en el abuso sexual que sobreviví, incluso podría ir más atrás y empezar con el abandono parental...o tal vez, empezó cuando todo lo anterior se juntó e intentó destruirme...pero sólo fue intento.

A pesar de los años en terapia aún no puedo encontrar el momento exacto en el que se fue al carajo todo...ya no creo que sea importante, porque pudo ser todo junto o por separado en distintos niveles.

Lo cierto es que durante más de 20 años transité un estado de supervivencia que no le deseo a nadie...ir entumida por la vida buscando formas de sentir que realmente estás viva y no sólo respondes a la inercia es sin duda, la peor sensación que he experimentado.

Porque además, no tenía fin, no veía en qué momento terminaba el entumecimiento, en qué momento podía reír y sentir que realmente me reía...no podía dejar de estar enojada y profundamente triste.

La única respuesta que encontré fueron los excesos, el auto sabotaje y por supuesto, el dolor en forma de cicatrices...mi primer tatuaje fue a los 17 años, un triquetra (en el omóplato izquierdo) sencilla y poderosa...no fue casualidad la elección...aprender de mi legado en el peor momento posible fue la mejor excusa para tener algo en qué distraerme.

El segundo tardó bastante en llegar (2007 si mal no recuerdo) una mariposa (ya sabía que era mi animal espiritual pero no entendía todo su significado) envuelta en la silueta de una triquetra porque pronto descubrí que nunca sería suficiente protección.

A partir de ese tatuaje empecé a idear las imágenes y significados que quería plasmar en mi cuerpo...todos tienen una razón de ser, desde el color, el diseño, el lugar en el que los he colocado...en ese primer listado sólo eran 7, después de mi divorcio, concebí los siguientes 2 para llegar a 9 y hace unos meses, cuando me encontré conmigo, supe cuáles serían los siguientes 4 para llegar al gran total de 13.

Los tatuajes 3, 4, 5 y 6, los hice siempre acompañada de quien entonces era mi esposo y ahora es mi familia...Iván estuvo en cada proceso, en cada sesión, tomando mi mano y siendo testigo del enorme umbral del dolor que tenía.

Y si, el dolor físico poco significaba para mí, buscar zonas del cuerpo que me permitieran sentir el mayor dolor posible no era aleatorio, era la única forma de sentirme viva y me permitía saber que había dolores que eran temporales y terminaban...no como el que traía cargando que simplemente no tenía fin y a veces, me impedía respirar.

La huella de Boromir (tatuaje número 7) rodeada de su nombre fue el primer tatuaje que me hice sola después de una década de acompañamiento y justamente lo hice después de firmar mi divorcio...un dolor más que se agregaba a la colección de los que no había atendido.

Cuando pude transitar el duelo del fin de mi matrimonio ya con la ayuda de mi maravillosa terapeuta, empecé a pensar en los tatuajes no como una forma de sentirme viva sino como un diálogo conmigo...con esa premisa realicé el octavo: un kanji en el dedo anular izquierdo (si, ese dedo que tuvo muchos años una argolla que jamás esperé quitar) cuya traducción más cercana es "conmigo".

Ya entrada en el auto conocimiento y después de un par de años de brutal, no exagero con ese adjetivo, la terapia en verdad ES BRUTAL, encontré claridad en lo que me quería decir y plasmar en el cuerpo, pero también encontré mi límite...el tatuaje número 9 me enseñaría que mi umbral del dolor se reducía conforme atendía mis duelos...ahí supe que no estaba dispuesta a soportar mucho más dolor porque además, ya no estaba tan entumida emocionalmente.

Fue justo después de una sesión de terapia tan fructífera como dolorosa que decidí cuáles serían los últimos 4 tatuajes: una frase acuñada por mí, el símbolo con el que al fin, me reconocía como sobreviviente de abuso sexual y suicidio, la constelación de mi signo zodiacal y un ave fénix.

No es casualidad que el último sea un ave fénix...qué mejor forma de recordarme mi propia fuerza, el camino recorrido, las cenizas en que me convertí y viví tantos años...pero sobre todo, la enorme capacidad que he tenido para renacer una y otra y otra y otra vez...a pesar del dolor, la tristeza y el abandono pude mantener intacta la fuerza vital que me impidió morir en más de una ocasión, pude crecer, conocerme y perdonarme...gracias a esa fuerza vital me he construido una vida plena, llena de amor propio, de amor en todas sus formas y lejos muy lejos de todo (y todos) los que intentaron destruirme por ser demasiado libre.

Ya no necesito sentir dolor...ya no duele respirar, ya puedo sentirme viva cada día al despertar...mi guerra contra todo lo que me dolió...ya terminó.


No quiero tener tiempo

No puedo decir cuánto tiempo llevo pensando en esto, ni siquiera estoy segura que haya empezado como una decisión consciente...creo que más bien, todo empezó con la claridad, esa que cada vez me llena más y me quita mucho de lo que no me sirve...en fin, que no importa cómo o cuándo empezó, lo cierto es que ya no quiero tener tiempo para cosas que antes hacía o aceptaba sin chistar.

Ya no quiero tener tiempo para andar por las ramas, a tientas, cuidando no decir mucho, muy alto o muy claro, tampoco quiero tener tiempo para preocuparme por los estándares de belleza, de lo correcto o incorrecto, de lo moral o inmoral, de lo bien o mal visto.

No quiero tener tiempo para acomodarme a moldes de lo que debería ser o no, para complacer a los demás, para cuidar de no ejercer demasiado o con mucha libertad, mi sexualidad, no quiero tener tiempo para reprimir una risa, un llanto o una tristeza.

Tampoco quiero tener tiempo para preocuparme por el qué dirán (vamos, que si me han leído un poco en mis redes, es claro que nunca me ha importado pero ahora, menos) no quiero tener tiempo para cuidarme de no actuar como YO quiera y me funcione, para quedarme o irme por compromiso. 

No quiero tener tiempo para desperdiciar, para no hacer lo que me apasiona, lo que me gusta y lo que quiero aprender, mucho menos quiero tener tiempo para cubrir expectativas o para tener expectativas sobre alguien, esa costumbre de andar esperando de los demás o que los demás esperen ciertas conductas de nosotros simplemente no me funciona, me parece tediosa, innecesaria y hasta un poco asfixiante.

No quiero tener tiempo para esperar a que alguien guste de mí, de mi cuerpo, de mi carácter o de mis ideas, son míos y sólo es importante que yo me sienta cómoda con ellos (y me siento MUY cómoda)

No quiero tener tiempo para justificar mi pasado, mis errores, mis fallas...ya he atendido las consecuencias de todas ellas y ciertamente, no necesitaban ser justificadas, más bien, fuero el medio por el que crecí, me conocí y sigo aprendiendo.

No voy a darme tiempo para tibiezas o miedos de alguien más, puedo ser empática pero no pienso esperar a nadie porque todos vamos a nuestro propio paso.

Sobre todo, no quiero tener tiempo para nada, para nadie que no me haga feliz y si, la felicidad viene en muchas y variadas formas: la compañía, el cariño, la curiosidad, la atracción, el respeto, la complicidad, todas son formas de felicidad y sólo tengo tiempo para las que me gusten, me funcionen o me aporten sin importar lo que alguien más porque hoy más que nunca, no quiero tener tiempo para perder.


El físico sí importa

Pero la importancia no tiene nada que ver con la opinión de los demás o la búsqueda de estereotipos impuestos por modas temporales.

Recientemente entendí por qué es que el físico, nuestra apariencia, importa.

Importa porque nosotros somos importantes, porque tu apariencia dice todo lo que te gustas...o no.

Si ponemos algo de atención, la gente que aun no ha podido encontrar una forma de atender sus traumas (si, esos que todos tenemos en mayor o menor proporción) no suele tener una apariencia agradable ni sana.

Hay dos extremos: la gente deja de comer o come en exceso con todas las complicaciones que tales decisiones provocan al cuerpo y además deja de importarle cómo se ve porque no se alcanza a ver en el espejo.

Para aquellos que no han experimentado tal disociación de si mismos, es real, la herida que generan los traumas no atendidos es tan profunda que puede hacer que no te reconozcas en el espejo o peor aun, que no te importe lo que ves en el y evidentemente, así es imposible que la gente busque alternativas para verse mejor, simplemente porque para tener esa inquietud, primero deber sentirte bien, cómodo, a gusto en tu piel...con todas las cicatrices que puedas tener.

Por eso es tan importante que nunca hagamos burla del físico de otras personas, porque no sabemos el dolor con el que tienen que vivir o la falta de recursos que pueden tener para atenderlos.

Pensar que la gente escoja una vida sana, de ejercicio y actividades recreativas sólo porque eso les dicte la mercadotecnia es del todo falaz, no hay forma de que una persona que no se siente a gusto consigo, busque mejor su exterior y andar criticando a quienes no viven una vida fit sin saber el contexto interno con el que tienen que lidiar es simplemente idiota.

Ojalá todos pudiéramos encontrar la forma de atendernos y de mejorarnos por dentro y por fuera, pero mientras eso no sea una generalidad, busquemos un poquito de empatía para aquellos que no tienen una agradable apariencia porque si así está lo exterior, imaginen lo complicado (doloroso) que debe ser, ser esa persona.


Realmente nada ha cambiado

A pesar de vivir en pleno siglo XXI cada vez más, noto la ironía en la supuesta evolución social. 

Esta idea de que nos encontramos disfrutando de enormes avances y la costumbre de muchos señalando que en la actualidad, se goza de una libertad y reconocimiento de los derechos de todos como nunca antes, me causa bastante escozor y a veces, risa.

A pesar de que actualmente existen movimientos que de todas las formas posibles buscan "respeto" a las diferentes expresiones de la sexualidad, la más básica, la primigenia, sigue siendo profundamente criticada.

El año es 2022 (casi 2023) el avance tecnológico y médico es indudablemente, considerable desde hace varios años, estamos conectados en formas y a distancias que en la niñez de muchos, parecían imposibles.

Sin embargo, el ataque, juicio y cuestionamiento hacia el ejercicio de la sexualidad no ha avanzado, vaya, en el más honesto de los casos, ha retrocedido.

Ahora, las mujeres no sólo tienen que lidiar con la crítica de los varones, también tienen que justificarse ante otras mujeres que van por la vida tratando de señalar medidas de valor para determinar qué es una "buena mujer", una "mujer valiosa".

Si eres soltera pero tienes hijos, eres objeto de burlas, los adjetivos para señalar esa particular circunstancia, abundan y no considero necesario repetirlos.

Si eres soltera, sin hijos pero ejerces en completa libertad tu sexualidad, eres cualquier cosa menos una mujer libre; los adjetivos abundan también: zorra, puta, fácil, promiscua, y así sucesivamente según sea el nivel de conciencia del varón o mujer que te juzga.

Ahora también se han agregado al grupo de mujeres que viven de formas distintas la sexualidad, todos aquellos que sin importar el nombre que se pongan, han decidido hacer pública la forma y la gente con la que prefieren coger.

Contra todos, hay críticas, juicios, burlas y/o ofensas.

Tantos años de supuesta evolución y todavía no les alcanza el cerebro para entender que nadie, NADIE, tiene que justificar el ejercicio de su sexualidad; NADIE tiene legitimación alguna para opinar sobre lo que hace otro con su cuerpo.

Si por tus particulares inseguridades y traumas no puedes estar con una mujer que disfrute del sexo y no tenga ningún tipo de conflicto moral con ello, es simple, no te relaciones con alguien así, pero no creas que tu opinión tiene algún valor sobre lo que alguien más puede y quiere hacer.

Si no compartes la ideología homosexual, en cualquiera de sus expresiones (porque si son vatos y les gustan los trans, la verdad, lo que les gusta es el pito y se respeta) no te relaciones con gente homosexual, nadie te obliga a relacionarte con quien no tienes coincidencias, sin embargo, no estar de acuerdo con la sexualidad de otro, NO TE DA DERECHO A OPINAR sobre ello.

Para los varones (que son, en su mayoría, los que andan juzgando a los que no cogen como ellos y con ellos) entiendo que debe ser muy frustrante no tener la libertad que una mujer o una persona gay tiene al ejercer su sexualidad, es decir, una mujer puede coger con otra mujer y es sexy, si un varón heterosexual se coge a otro, de puto no lo bajan y ello debe ser una carga social súper complicada, pero créanme, criticar a otros, burlarse de ellos, hacer comentarios ofensivos, no los va a ayudar a quitarse esa frustración ni va a cambiar la noción social de lo que es un hombre (supuestamente) muy hombre.

Lo que sí podría ayudarles y ayudarnos a todos es dejar de meternos en los asuntos privados de las personas, porque si, a pesar de que existen ciertos grupos que insisten en exhibir sus inclinaciones sexuales (la finalidad de esto, la desconozco) coger, es y siempre ha sido un asunto PERSONALÍSIMO Y PRIVADO...y sólo compete a las personas con las que alguien se involucra...podría decir que es un asunto de 2 pero ¿quién soy yo para limitar el número de personas con las que simultáneamente cogen? :)

Nadie te hace nada

 Hace algunos años, cuando recién iniciaba el complicado camino de la terapia (este año serán 4)  mi terapeuta me dijo algo que, en ese momento, consideré inconcebible; nadie te hace nada, la gente hace cosas y tú decides cómo reaccionas a ello, o incluso, decides si no reaccionas.

De sobra está decir las horas que invertí para contra argumentar tal premisa ¿de qué hablaba si yo tenía muestras fehacientes de que la gente en mi contexto me hacía cosas? X me mentía, Y me ocultaba cosas, Z, no ponía atención en lo que le decía y una laarga muy larga lista de situaciones que yo afirmaba categóricamente, las personas a mi alrededor, me hacían.

Con el tiempo y la continuidad en mi proceso resultó (como ha resultado con todo lo que he aprendido de mi terapeuta) que si, es cierto, nadie nos hace nada.

La gente con la que nos relacionamos, independientemente del nivel de profundidad de la relación, hace cosas desde sus propias circunstancias, carencias y traumas...porque si, todos tenemos traumas, huellas que han marcado nuestra forma de vincularnos, algunos, buscamos atenderlos y sanarlos a pesar de que ese proceso pueda ser más doloroso; otros, deciden nunca atenderse y sanar...ambas opciones son válidas.

La sustancial diferencia radica en que cuando has elegido el camino de la atención a ti, eres capaz de observar por qué te duele o molesta lo que el otro haga, por qué le pones atención a ciertas actitudes y no a otras, pero lo más importante, entiendes que lo que haga la gente, no tiene que ver contigo, no dice nada de ti y tampoco debes elegirlo si no te funciona.

Es increíble que en tan poquitas palabras se concentre una de las herramientas más benéficas de la inteligencia emocional y aun así sea la más complicada de aprender, entender y ejercer porque ¿a quién le resulta fácil no tomarse personal una mentira, una infidelidad, un rechazo? a nadie...y si dicen que es fácil, están mintiendo.

Por supuesto que es complicadísimo separarnos de lo que la gente hace en una relación con nosotros, por supuesto que todo podríamos tomarlo como una respuesta a lo que somos para esa persona y si, por supuesto que lo que la gente hace dice todo de lo que sienten por nosotros, sin embargo, no dice (ni debería)  decir nada de lo que nosotros realmente somos o sentimos hacia nuestra persona.

Si, hay gente que no tiene ninguna herramienta para manejar sus emociones y terminará haciendo cosas desagradables; si, también hay gente maravillosa que ha encontrado la forma (la que sea) de aprender a gestionar sus emociones y hará cosas maravillosas para nosotros...lo único que habla de uno es la gente, las circunstancias que elegimos, las cosas que nos funcionan, lo que construimos desde la claridad de saber qué queremos pero sobre todo, lo que no queremos...no, no se dice fácil porque para decirlo...escribirlo, hay que entenderlo y llegar a este punto ha sido un camino de sangre, sudor y lágrimas...lo ha valido todo...se los recomiendo.

Temblando

A los habitantes de la CDMX, esta semana nos dejó, literalmente, temblando.

Una vez más, el evento que desde hace 37 años generó un trauma colectivo en la sociedad capitalina, se repitió. Si, ya sé que no es el único lugar en el que existen afectaciones. Si, también estoy consciente de que en los lugares en los que se generan los epicentros, las consecuencias son más inmediatas, sin embargo, no creo que sean mayores.

Y antes de que empiecen a ofenderse, me explico:

Nos agrade o no, creamos que sea funcional o no, la ciudad de México es LA ciudad más importante, grande y poblada de nuestro país. Sigue siendo el centro de la mayor parte de la actividad económica, es sede de los Poderes de la Unión y para acabar pronto, es LA CIUDAD CAPITAL, aquella que se cayó a pedazos (literalmente) no en una, sino dos ocasiones, la que implementó un sistema de alerta para contener los efectos de los sismos y la que una y otra vez, será referente cada que la tierra tenga a bien (o mal) acomodarse.

La razón es básica: al tener la población e infraestructura más grandes del país, las personas y edificios afectados son simplemente mayores que en cualquier otro lugar.

Además, hace mucho que los sismos son parte de una micro histeria colectiva de quienes nacimos y seguimos viviendo en esta ciudad a pesar de 2 terremotos y varios temblores importantes.

Si, es cierto que los epicentros sufren daños evidentes, pero no hay forma de comparar una pequeña ciudad en provincia con la Ciudad Capital, acá no sólo tiembla, tiembla y algunas actividades se suspenden por las revisiones que realiza Protección Civil, tiembla y se va la luz en varias colonias a la vez, lo que genera que el de por si caótico tráfico, se convierta en un verdadero viacrucis...tiembla y puedes estar sin agua (como en 2017) por varios días.

En esta ciudad, cuando tiembla, hasta olvidamos que somos una sociedad separada por ideologías, creencias y estatus económico, por algunos días, incluso semanas, jugamos a ser empáticos, solidarios...heroicos inclusive y los que no nos conocen, nos creen, nos halaban, se crea la noción ingenua de que ante la desgracia colectiva, nos transformamos en un solo cuerpo, una sola mente, un solo espíritu de supervivencia...y todos los foráneos y extranjeros, nos creen.

Después, pasado un mes, tal vez dos, volvemos a ser la misma sociedad culera, apática, revanchista, ojete y sin educación...pero mientras existe el halo de tragedia después de un temblor, somos todo eso que realmente no somos, pero que fingimos ser para lidiar con el trauma que colectivamente compartimos: la absoluta indefensión ante la fuerza de la naturaleza...por eso, y sólo por eso, los sismos en Ciudad de México, siempre serán más impactantes, más trascendentales, .más importantes que en cualquier ciudad en la que se genere el movimiento y ningún habitante de provincia, podrá cambiar eso...NUNCA.

El hastío

De vez en cuando, el abrumador hastío que me produce la humanidad es difícil de ocultar, podría culpar al ataque hormonal mensual, al estrés contenido por el día a día o a mi patológica intolerancia…pero no, la realidad es que con el paso de los años, mi hastío y aversión hacia la raza humana se ha ido incrementando.

Me harta ver su constante estupidez, en lo macro, votando por un ser acomplejado que los logró manipular, en lo micro, deteniéndose en segunda fila por sus huevos.

Me harta verlos cruzar la calle por debajo de un puente, no usar las direccionales cuando manejan, gritar cuando hablan por teléfono en público, no respetar las filas, no usar los lugares de estacionamiento que les corresponden, no respetar el límite de velocidad. No entender una simple regla como “uno y uno” o “ceda el paso”

Me harta verlos reproducirse sin tener siquiera los medios necesarios para cubrir sus necesidades (ya no se diga las de otro) no tener disciplina con esos pequeños engendros que produjeron y que son educados a base de iPads y una enfermiza tolerancia hacia su infantil desobediencia.

Me harta que contesten preguntas que nadie les hace sólo para sentir que sus opiniones cuentan de algo, que se crean más importantes que un árbol, una abeja o el agua.

Me harta también ver que todo destruyen, todo consumen, nada cuidan, nada crean, todo juzgan desde su minúsculo universo y pensamiento, como si en lo particular ustedes fueran algo especial y no una micro parte del universo.

Me harta hasta el odio absoluto ver que se matan unos a otros por algo tan mezquino como el dinero o la sesgada visión que tienen de poder.

Los odio cuando matan animales (y lo disfrutan) si, ustedes que gozan de la distorsionada idea que han creado a través de la “fiesta taurina” son solo psicópatas en potencia…nada más cercano a la esencia del mal, que disfrutar del dolor ajeno.

Me harta su existencia cuando no le veo fin, cuando consumen todo a su alrededor con tal de conseguir perpetuar su estadía en este plano como si no supieran que son la plaga más abundante y peligrosa que ha caminado en esta versión de tierra.

Pero sobre todo, los últimos años, lo que más me harta es saber que no puedo destruirlos…y no por falta de capacidad o por alguna restricción moral, sino porque si lo hiciera…sería igual a ustedes.

Cuando el duelo ya no duele

No, no estoy negando nada...y si, aunque pareciera una doble negación, el sentido de mi planteamiento no busca negar una realidad, sino señalar su cambio.

Conforme pasan los años he aceptado que me falta mucho por aprender pero dentro de lo poco que he aprendido últimamente es que el duelo, sobre la circunstancia que sea (familiar, laboral, sentimental) deja de sentirse como un dolor insufrible y agotador.

Si a ustedes no les pasó en su juventud o en algún momento crítico de su vida, que ante una pérdida de alguna amistad, trabajo o relación amorosa, sentían que era el fin de su existencia y del mundo como lo conocían...ustedes no han vivido (#okno)

En lo particular, yo sufría los duelos de una forma brutal...mi personalidad extremista, pasional y muchas veces desbordada se traduce en sentir mucho, mucho y eso aplica para los sentimiento bonitos, los malos y los complacientes, por tanto, las rupturas, las pérdidas, eran para mí, un verdadero calvario, similar a ese que cuenta la leyenda, tuvo que sufrir cierto "hombre" mágico que paseó (o eso dicen) por este plano hace más de 2 mil años.

Decir que cada paso del duelo era para mí, similar a los latigazos que aquel personaje recibió durante su famoso calvario, es sin ánimo de exagerar, un verdadero eufemismo.

Afortunadamente a través de los distintos maestros que he ido encontrando (y buscando) he podido acomodar en proporción y congruencia, los diversos finales (que nunca se terminan) en mi vida.

Si, claro que sigo sintiendo tristeza al perder una oportunidad o una relación, pero ahora no me consume más de lo que es congruente, del tiempo que me funciona para aceptar que todo (irremediablemente) termina y que al día siguiente, algo nuevo, distinto, mejor, empezará.

No me arrepiento de todas esas noches en que sentía morir, llorando a mares por una pérdida, a final de cuentas, fueron experiencias que me ayudaron a conocer mis extremos y con ellos, a atender mejor una parte de mí.

Sin embargo, ahora me parece innecesario sentir que me muero sin morir, llorar por más de un par de horas (o de días si lo amerita) ya no me funciona entrar a la danza de la flagelación, los por qués que nunca tendrán respuestas que me agraden, es muy simple, las cosas que no pasan no eran para mí, la gente que se va, toma la decisión de irse y eso, nada tiene que ver conmigo, nada dice de mí y desde ese lugar, desde esa claridad, los duelos, ya no duelen...sólo enseñan.



Sin miedo a no regresar

Cada vez que salgo de viaje (por la razón o el medio que sea) pienso en lo que pasaría si fuera (otra vez) mi último día en este plano.

¿Dejé todo en orden?
No me refiero a si mi cama quedó hecha, los trastes lavados o las toallas tendidas, me refiero a si dije todo lo que quería decir e hice todo lo que quería hacer…hasta hace algunos años, sabía que no tenía mis asuntos en orden…ahora es distinto.

Cuento con la absoluta tranquilidad de que si hoy no regreso a casa, todo está en orden, en particular, porque la gente que amo, sabe que la amo, que son importantes en mi vida y que su presencia la hizo mejor.

Esta convicción ha quitado por completo el miedo a dejar este plano y aunque lamentaría profundamente el dolor que causaría mi ausencia a quienes me aman, también sé que con el tiempo, estarían bien y saber que yo seré un espíritu en paz, es simplemente liberador.

Vivir sin miedo a morir, a no regresar es la forma más plena que he encontrado para disfrutar profundamente, cada día que sigo aquí.

Ustedes ¿tienen todo en orden en caso de que no regresen? 

Volverse loca

Hay un momento cuando estás con alguien (en una relación o intento de) que es simplemente mágico, sientes la irracional "necesidad" de estar con esa persona el mayor tiempo posible, ninguna actividad te parece desagradable mientras sea en su compañía y el hecho de pasar tiempo separados genera cierta incomodidad, que no es necesariamente algo desagradable.

A este estado de inconsistentes sensaciones, yo le llamo "volverse loca". Y es tan bonito volverse loca por alguien y con alguien...es de las mejores sensaciones que existen en este plano y sin embargo es también, una de las más efímeras.

Porque si, esa avalancha de sensaciones generadas por la química entre dos personas es por decir lo menos, adictiva, envolvente pero también pasa muy rápido cuando no se acompaña de la construcción de una relación clara, realista, congruente.

Los cuentos de hadas por ejemplo, terminan justo en el momento de "volverse loca" y no creo que sea coincidencia que toda la literatura dirigida a perpetuar estereotipos poco funcionales de las mujeres haya escogido cortar la historia antes del (irremediable) golpe de realidad.

Por supuesto que es maravilloso pasar horas incontables en compañía de la persona que nos gusta, los sabores y colores son mejores sólo por la presencia de alguien que para nosotros es especial, pero nada de eso se sostiene cuando la realidad y sus complicaciones hacen acto de presencia en forma de un día pesado en el trabajo, del mal humor que esto puede generar o la falta de costumbre en compartir el espacio personal.

Seamos honestos, al principio todo parece maravilloso porque las sustancias generadas por nuestro cuerpo se encargan de mostrarnos sólo la parte bonita del otro y sobre todo, de nosotros cuando estamos con esa persona, sin embargo, la realidad sólo puede ser maravillosa, clara, amable, funcional, si nosotros lo somos, si sabemos qué queremos de una relación, que no nos funciona y sobre todo, qué estamos dispuestos a compartir, a ceder, a negociar para encontrar un punto de equilibrio en el que ambas partes de la ecuación (relación) encuentren satisfechas sus pretensiones.

Llegar a esta conclusión me tomó 27 años de muy buenas, buenas, malas y pésimas relaciones/decisiones así como 4 años de terapia que se dicen fácil pero no lo ha sido...lo  verdaderamente fácil es encontrar la magia en el momento en que a pesar de todas las malas experiencias, todavía encuentras voluntad, ganas, ímpetu para "volverte loca" por y con alguien...que al final, si hay consecuencias desagradables, ya sabes que no te mueres por ellas...ni por nadie.


A través de los años

Hay historias que no tienen finales definitivos, parece que terminan pero el paso del tiempo logra que continúen y siempre tienen el mismo común denominador: son historias de amor.

Probablemente no todas sean del amor romántico o sexo-afectivo pero esas que tienen finales que se difuminan para dar pie a distintos comienzos, siempre llevan alguna forma de amor…y es que al ser la mayor forma de energía ¿cómo podríamos categorizar o encuadrar al amor? por supuesto que lo hemos intentado y a mi parecer, sólo logramos limitarnos y frustrarnos cuando nuestros vínculos afectivos no corresponden a los clichés sociales.

Si dejamos de esperar un cuento de hadas, tendremos la posibilidad de vivir historias reales, diversas y enriquecedoras con personas que cambian, evolucionan a través del tiempo.
Nada como encontrar en una misma persona distintas facetas, creencias, perspectivas, gustos y sobretodo, aprender de ello, conocer el mundo a través de los ojos de alguien querido es sin duda, la mejor forma de compartir, de conocer al otro.

Tal vez no siempre encontremos la coincidencia exacta con las personas que forman parte de nuestro contexto afectivo, pero establecer distintas formas de vinculación, de cercanía emocional, también nos dice mucho de nuestra propia capacidad afectiva, de la libertad con la que la ejercemos y sobre todo, del respeto que mostramos a cada una de las formas de amor que vamos construyendo a través de los años.

Algo tiene la lluvia

En una ciudad como cdmx puedes amar y odiar la lluvia…en tiempos de calor, nada mejor para refrescar la olla express en que se convierte esta ciudad que una buena tormenta, sin embargo, al estar tan sobrepoblada y mal estructurada, las inundaciones son toda una complicación para transitar por la ciudad…el transporte público en particular se desquicia, los accidentes aumentan (no saben manejar con lluvia, mucho menos con ella…y al final, termina siendo un sentimiento agridulce…como casi todos los que te puede provocar una ciudad tan caótica como Cdmx.

A pesar de esto, algo tiene la lluvia que calma pasiones (de las violentas) y acentúa otras (de las carnales) pues todos sabemos que casi cualquier contacto con otra persona es particularmente especial si se dan con lluvia…o debajo de ella.

No es gratuito que las escenas románticas de las películas busquen este contexto, ya sea para brutales despedidas o icónicas declaraciones de amor, la lluvia es siempre, el elemento por excelencia…a veces también, ayuda a despejar la contaminación en la ciudad, en los cuerpos y si pones bastante atención, hasta en la mente.

La nociva ironía

Con el día de las madres tan recientemente celebrado, he tenido mucho tiempo para meditar sobre lo profundamente irónica que es esa celebración en un país (tal vez en otros también) en el que existe un arraigado machismo que además, en la mayoría de las familias, ha sido perpetuado nada más y nada menos, que por las madres y/o mujeres.

A pesar de que para las más jóvenes generaciones pudiera parecer que vivimos en una sociedad (casi) igualitaria, en la que ya no se juzga que la mujer trabaje (ahora, incluso, se critica si no lo hacen) y que le brinda oportunidades de desarrollo económico, lo cierto es que seguimos bajo estándares diferenciados.

El ejercicio de la sexualidad no está ni cerca de ser igual respecto a los varones, si una mujer es abierta pero sobre todo, libre en el tema, sigue siendo igualmente estigmatizada, las palabras como puta, zorra, promiscua, etc, son utilizadas igual que hace 100 años. La maternidad (tan romantizada un día al año) es motivo de burlas y juicios si se ejerce sin una pareja.

La supuesta libertad a la que accedimos o más bien a la que (al parecer) nos permiten acceder, tiene un precio alto, el mismo que ha tenido por incontables generaciones: el escrutinio.

La ironía radica en que ahora, los juicios no sólo vienen de varones, sino también de mujeres que “supuestamente” son feministas(🤦🏽‍♀️) esas que a la primera provocación, atacan, insultan, juzgan  a otras si no ejercen su femenina libertad bajo ciertos parámetros o estándares.

El papel de las madres en México sigue siendo toral en la réplica de ciertos parámetros, todavía hoy (pleno siglo XXI) existe la idea de criar a las hijas de forma distinta que a los hijos, los varones desde el núcleo familiar aprenden a vivir sin pensar en el que dirán (porque los hombres, son hombres y punto) mientras que las mujeres aprenden a cuidar todo el tiempo, su forma de expresarse, de vestir, de actuar, e incluso, se les enseña a diferenciar qué es ser una “niña bien” esa que reúne todas las características para el día de mañana, ser “valorada” y “anhelada” por un tipo para convertirla en su esposa y (como el ciclo no termina) madre de sus hijos.

Dejemos de engañarnos, la equidad de género sigue (seguirá) siendo un anhelo (una fantasía más bien) mientras haya mujeres que sigan pensando que tenemos un valor distinto si hacemos o dejamos de hacer ciertas cosas, si hablamos o callamos, si somos o no, madres, todas tenemos la intrínseca libertad de ejercer nuestra feminidad como mejor nos funcione, sin preocuparnos por lo que otros puedan opinar, asumiendo responsablemente nuestras decisiones y mientras esto no exista, lo único a lo que pueden aspirar es a ser celebradas por reproducirse…al menos, un día al año.

Transitando

Ir por la vida buscando que lo que nos duele o no nos agrada termine de tajo o desaparezca, es a mi parecer, la búsqueda inalcanzable de la mayoría…hemos crecido con la idea de que si algo nos duele, debemos buscar la forma de erradicarlo, desaparecerlo y con ello dejaremos de tener una sensación desagradable.

Lo cierto es que aunque pareciera una buena (y lógica) idea, nada está más alejado de la realidad. Cada vez que negamos sentir tristeza o dolor (porque bueno, a nadie le gusta sufrir a menos que tengas una patología psicológica específica) ese sentimiento se complica y se vuelve más fuerte. 

Es similar al principio lógico matemático de la doble negación; siempre vamos a encontrar un positivo o en este caso, un sentimiento existente por más que insistamos en negarlo.

Si bien es cierto esa reacción en muchos, es casi un hábito, una costumbre que aprendimos o replicamos de los ejemplos más cercanos con los que crecimos, también es cierto que es posible desarraigarlo si buscamos (y encontramos) la asesoría o el acompañamiento necesarios y al final podemos entender (o más bien, aprender) que lo único que podemos hacer con (y ante) el dolor, es transitarlo…con la certeza de que si, así como nuestras heridas físicas al pasar por el proceso de regeneración, duelen (a veces) mucho más que la propia herida, al final, sólo quedará una cicatriz que no lastima, sino que nos demuestra que pudimos crecer a través del dolor, e incluso, a pesar de éste. 

No es indiferencia, es claridad

Si no te caigo bien, es tu elección 
Si no te gusto, es tu elección
Si no me quieres, es tu elección 

Nada de eso tiene que ver conmigo, ninguna de esas elecciones modifica el hecho de que yo me caigo muy bien, me gusto un chingo y me quiero más.

Probablemente si tengo algún interés en ti, me resulte desafortunado no encontrar correspondencia pero pasará después de un par de días y al tercero, soltaré esa sensación porque al final, no me funciona para nada mantenerla.
No, no es indiferencia…es mi absoluta claridad 

La grandeza de lo simple

Algunos días más que otros, me llama la atención lo poco que valoramos las cosas sencillas, simples. Como si al tenerlas todos los días simplemente pasaran a un punto ciego, a la lista de las cosas que damos por sentado.

Si bien es cierto los gestos grandilocuentes, los momentos que tienen bombo y platillo son la constante búsqueda (de la mayoría) no es menos cierto que si aprendiéramos a ver la grandeza de lo sencillo, todos los días encontraríamos una forma (menor o mayor) de sorprendernos por lo afortunados que somos.

Si, ya sé, la realidad (al menos, la macro) últimamente no es amable, vaya, ni siquiera es agradable pero no debería ser impedimento para que cada pequeña realidad (la personal) pueda ser extraordinaria.

No, no estoy diciendo que lo veamos todo color de rosa, tampoco estoy planteando un optimismo tóxico…lo que estoy diciendo es que si ponemos atención, las cosas sencillas (o cotidianas) como tener un lugar donde dormir, una forma de trasladarnos privada, un trabajo, gente con la cual compartimos amor (en todas sus formas, no sólo romántica) la libertad de elegir y tomar decisiones, la posibilidad de aprender cosas nuevas…en fin, todo eso que llamamos nuestra vida, nuestro día a día, está lleno de cosas sencillas pero que irónicamente son lo que dan todo el sentido a estar vivo…son la grandeza de lo simple.

El precio de sobrevivir

Desde hace unos meses noté que hay algo roto en mí en cuestión de empatía hacia una circunstancia particular...pero tal vez sea mejor poner el contexto.

La mente es poderosa, nos ayuda a lidiar con situaciones brutales para no rompernos a niveles tan profundos que sean irreparables...hoy, doy gracias por ello pues la agresión sexual que tuve que enfrentar fue enterrada (en su mayoría) por ese medio de defensa que se activa cuando nos vemos en peligro, amenazados o agredidos.

Recuerdo que era noche, llovía, olía un poco a alcohol el taxi que tomé pero no le di demasiada importancia pues acababa de salir de trabajar y era más el cansancio que la precaución (primer error) cuando noté que pasaba de largo del lugar en que me estaba esperando mi hermano (el metro cercano a la casa de mis papás) un escalofrío me recorrió y supe que estaba en peligro.

El tipo dijo que mientras hiciera lo que él quería, regresaría a salvo...dejé de estarlo cuando me subí a ese taxi.

No recuerdo (ni quiero recordar) los detalles...sólo sé que fue bastante tiempo (o tal vez no, pero así me pareció) tuve nauseas durante toda la agresión, quería perder el sentido pero estaba más alerta que nunca, cuando terminó, vi a través del cristal empañado que estaba muy cerca de la casa de mis padres y como si despertara de una pesadilla, noté una herramienta (tubo, martillo ¿?) no lo sé, no lo recuerdo a ciencia cierta pero estaba ahí, entre mi ropa hecha pedazos y el asiento.

Me tomó medio segundo decidir hacer algo contra el tipo que me había agredido quitándome toda la seguridad que algún día podría tener, lo hice y acto seguido una explosión y sangre cayendo sobre la mochila que horas antes llevaba y parte de mi ropa...bajé corriendo sin voltear una sola vez...al doblar la esquina, una pareja (de ángeles porque no pueden tener otro nombre) me detuvieron preguntando qué me había pasado, seguía lloviendo y era evidente mi estado...no recuerdo cómo pude decirles donde vivía, me acompañaron a casa...estaba a salvo otra vez.

Desafortunadamente, sobrevivir a eso tuvo un precio; perder mi empatía hacia las personas que han enfrentado la misma circunstancia y que optan hablar de ello desde la victimización por el simple hecho de que podemos elegir no ser víctimas, defendernos y cobrar la afrenta.

Yo no soy especial por lo que hice, es nuestro instinto básico; sobrevivir, defendernos...ese día alguien tomó algo de mí sin mi consentimiento, convertirme en víctima sería entregarle, voluntariamente, mi fuerza para defenderme y eso, jamás se lo daré a nadie.

Desconozco si mis actos le quitaron la vida a ese tipo o sólo lo herí...en cualquier caso, no me arrepiento, lo volvería a hacer....todas las veces que sea necesario defenderme.

Tanto por decir

De vez en cuando, pasa que ha pasado tanto, que no hay forma de ponerlo en letras…el contexto últimamente es demasiado, simplemente demasiado.
¿Qué es más importante?

¿Lo macro? La guerra, la pandemia que no termina del todo, la destrucción gradual pero cada vez más brutal de nuestro país.

¿Lo cercano? El aniversario luctuoso que se acerca en mi familia, los pendientes que aún debemos atender derivado de ello, las necesidades de contacto que a algunos no han podido llenar.

¿Lo privado? El final de mi terapia, el inicio del camino que quiero para el resto de mi vida, mi necesidad de aprendizaje que poco a poco he ido atendiendo.

Todo parece importante, grave, triste, alegre, esperanzador, atemorizante…todo a la vez, demasiado para poder escribir de una sola cosa.

Un tema parecería poco, hablar de lo privado pareciera egoísta, hablar de lo macro podría ser deprimente…es simplemente tanto que no encuentro cómo empezar.

Me rehuso a sentarme ante la hoja en blanco que en esta ocasión pareciera pequeña e insuficiente y a la vez, abrumadora, inquisitiva…no, no voy a escribir hasta que no pueda acomodar TODO en la importancia que tiene…o hasta que sienta que me ahoga la necesidad de expresarme…lo que pase primero.

La audacia

Los humanos en general, van por la vida asombrándose de todo lo que no les gusta como si no fueran ellos, la causa que genera el caos, por e...