La grandeza de lo simple

Algunos días más que otros, me llama la atención lo poco que valoramos las cosas sencillas, simples. Como si al tenerlas todos los días simplemente pasaran a un punto ciego, a la lista de las cosas que damos por sentado.

Si bien es cierto los gestos grandilocuentes, los momentos que tienen bombo y platillo son la constante búsqueda (de la mayoría) no es menos cierto que si aprendiéramos a ver la grandeza de lo sencillo, todos los días encontraríamos una forma (menor o mayor) de sorprendernos por lo afortunados que somos.

Si, ya sé, la realidad (al menos, la macro) últimamente no es amable, vaya, ni siquiera es agradable pero no debería ser impedimento para que cada pequeña realidad (la personal) pueda ser extraordinaria.

No, no estoy diciendo que lo veamos todo color de rosa, tampoco estoy planteando un optimismo tóxico…lo que estoy diciendo es que si ponemos atención, las cosas sencillas (o cotidianas) como tener un lugar donde dormir, una forma de trasladarnos privada, un trabajo, gente con la cual compartimos amor (en todas sus formas, no sólo romántica) la libertad de elegir y tomar decisiones, la posibilidad de aprender cosas nuevas…en fin, todo eso que llamamos nuestra vida, nuestro día a día, está lleno de cosas sencillas pero que irónicamente son lo que dan todo el sentido a estar vivo…son la grandeza de lo simple.

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