A través de los años

Hay historias que no tienen finales definitivos, parece que terminan pero el paso del tiempo logra que continúen y siempre tienen el mismo común denominador: son historias de amor.

Probablemente no todas sean del amor romántico o sexo-afectivo pero esas que tienen finales que se difuminan para dar pie a distintos comienzos, siempre llevan alguna forma de amor…y es que al ser la mayor forma de energía ¿cómo podríamos categorizar o encuadrar al amor? por supuesto que lo hemos intentado y a mi parecer, sólo logramos limitarnos y frustrarnos cuando nuestros vínculos afectivos no corresponden a los clichés sociales.

Si dejamos de esperar un cuento de hadas, tendremos la posibilidad de vivir historias reales, diversas y enriquecedoras con personas que cambian, evolucionan a través del tiempo.
Nada como encontrar en una misma persona distintas facetas, creencias, perspectivas, gustos y sobretodo, aprender de ello, conocer el mundo a través de los ojos de alguien querido es sin duda, la mejor forma de compartir, de conocer al otro.

Tal vez no siempre encontremos la coincidencia exacta con las personas que forman parte de nuestro contexto afectivo, pero establecer distintas formas de vinculación, de cercanía emocional, también nos dice mucho de nuestra propia capacidad afectiva, de la libertad con la que la ejercemos y sobre todo, del respeto que mostramos a cada una de las formas de amor que vamos construyendo a través de los años.

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