Transitando

Ir por la vida buscando que lo que nos duele o no nos agrada termine de tajo o desaparezca, es a mi parecer, la búsqueda inalcanzable de la mayoría…hemos crecido con la idea de que si algo nos duele, debemos buscar la forma de erradicarlo, desaparecerlo y con ello dejaremos de tener una sensación desagradable.

Lo cierto es que aunque pareciera una buena (y lógica) idea, nada está más alejado de la realidad. Cada vez que negamos sentir tristeza o dolor (porque bueno, a nadie le gusta sufrir a menos que tengas una patología psicológica específica) ese sentimiento se complica y se vuelve más fuerte. 

Es similar al principio lógico matemático de la doble negación; siempre vamos a encontrar un positivo o en este caso, un sentimiento existente por más que insistamos en negarlo.

Si bien es cierto esa reacción en muchos, es casi un hábito, una costumbre que aprendimos o replicamos de los ejemplos más cercanos con los que crecimos, también es cierto que es posible desarraigarlo si buscamos (y encontramos) la asesoría o el acompañamiento necesarios y al final podemos entender (o más bien, aprender) que lo único que podemos hacer con (y ante) el dolor, es transitarlo…con la certeza de que si, así como nuestras heridas físicas al pasar por el proceso de regeneración, duelen (a veces) mucho más que la propia herida, al final, sólo quedará una cicatriz que no lastima, sino que nos demuestra que pudimos crecer a través del dolor, e incluso, a pesar de éste. 

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