El inicio del final

Empezar algo siempre me toma tiempo (para decidirme) y mucha voluntad para lidiar con el sentimiento agridulce que me genera. 

Todo inicio lleva a un fin...y viceversa.

Plasmar lo que pienso en letras no es algo nuevo, puedo asegurar que aprendí a escribir antes que a hablar...incluso llegué a pensar (con la lógica de una niña de 4 años) que era optativa la comunicación verbal.

Hablarle a la hoja en blanco siempre me ha parecido cómodo, seguro; no existen cuestionamientos o discrepancias (salvo los que insista hacer mi subconsciente) no tengo que cuidar mi tono, mis palabras o mis intenciones y mucho menos debo preocuparme por la interpretación de un interlocutor...o al menos, eso pasaba cuando este hábito era privado, casi escondido.

Publicar lo que escribo son para mí, palabras mayores, enormes y aun no decido si el que lo esté haciendo tiene que ver con una seguridad absoluta o con un abrumador desinterés con lo que puedan pensar los posibles lectores; podrían ser ambas.

O tal vez, una tercera: después de todo lo que ha pasado en mi vida, la posibilidad de que  nadie me lea o si lo hacen, me critiquen, me juzguen, me ridiculicen (porque a esas hemos llegado) no me genera ni un ápice de preocupación...me preocupa más, perpetuar el (mal) hábito de no hacer algo que realmente quiero hacer.

SEHS



1 comentario:

  1. Le auguro un excelente inicio final, que sus pensamientos rompan la intimidad de su capullo y puedan florecer a este mundo

    ResponderEliminar

Del "échale ganas" al "ve a terapia"

  Muchas generaciones vivieron los estragos del " echaleganismo " ese extraño concepto que se utilizó como respuesta absoluta a to...